lunes, 26 de enero de 2015

Psicosis Omega. De Lillo—Douglas Gordon—Hitchcock

La ekphrasis literaria es un recurso retórico en el que, mediante la descripción y definición de la esencia de una obra de arte (pintura, escultura, fotografía, video-instalación, performance…), el autor trata de explorar y ponderar aquello que la obra de arte muestra o significa.

Punto Omega, novela de Don De Lillo (Nueva York, 1936) en la que, según las notas de prensa de 2010, se aborda el tema de la guerra de Irak, toma como punto de partida y de reflexión una videoinstalación del artista escocés Douglas Gordon, 24 hour Psycho, basada a su vez en la película Psicosis de Hitchcock. 

24 Hour Psycho. Douglas Gordon

En una nota final de agradecimiento se explica que dicha obra de Gordon se proyectó por primera vez en 1993, en Glasgow y Berlín, y luego fue instalada en el MoMA de Nueva York en el verano de 2006. De Lillo vio la instalación ese mismo año y fue dentro de la misma sala donde surgió la idea de la novela:
The idea began in the same place where the novel begins—in the sixth floor gallery at the Museum of Modern Art—and at the same time, summer of 2006. I wandered in and there was “24 Hour Psycho,” which I found very interesting to watch and to think about. In fact, I returned two or three times after that, and by the third visit I was fairly certain I wanted to write something about it—the idea of time and motion and the sense of self-conscious seeing, because everything happens in such slow motion and because the imagery is somewhat familiar from the movie itself. I began to wonder about such things, about how we see and what we see, and what we miss seeing when we’re looking at things in a more conventional format. And I decided finally that I wasn’t going to risk writing a piece of nonfiction because I’m not a philosopher or a physicist and I could not study time in the matter that seemed to be warranted. So I placed a character in the gallery and began from there.
La novela Punto Omega se abre y se cierra con los capítulos Anonimato y Anonimato 2, que ocurren dentro del Museo donde se proyecta la videoinstalación. En medio de esos dos capítulos, otros cuatro, situados en el desierto, donde se produce el desarrollo de la trama. Pero, atención, el primer Anonimato está fechado el 3 de Septiembre de 2006 y el último el 4 de Septiembre, curiosa estructura. 

El primer Anonimato comienza con la voz de un narrador omnisciente que se sitúa sobre un personaje, asiduo visitante de la instalación, igual que el propio De Lillo:
"Había un hombre de pie contra la pared norte, apenas visible. La gente entraba de dos en dos y de tres en tres y se detenía en la oscuridad mirando la pantalla y luego se iba (...). El más ligero movimiento de la cámara era un profundo desplazamiento del espacio y del tiempo pero la cámara no se movía ahora. Anthony Perkins está volviendo la cabeza (...) vuelve la cabeza en cinco movimientos incrementales y no en un gesto continuo." 
El hombre está viendo cierto fragmento de Psicosis, manipulado por Douglas Gordon. Mientras contempla lo que sucede en la enorme pantalla, situada en medio de una habitación oscura, cuenta lo que siente, lo que piensa y desea. Reflexiona sobre el tiempo y hace conjeturas respecto a los demás visitantes que entran y salen de la sala. En un momento dado, observa a dos personajes que más adelante identificaremos con Elster y su alumno. 

Punto Omega. Don De Lillo

Finalizado el primer Anonimato, pasamos a un escenario diferente. Lo que sucede en los siguientes cuatro capítulos es lo que se resume en la contraportada del libro editado en Seix Barral (2011):
Richard Elster, un misterioso asesor de guerra del Pentágono, vive retirado en el desierto, donde ha ido en busca de espacio y tiempo. Hasta allí lo sigue Jim, un joven cineasta obstinado en rodar su película más ambiciosa: un plano fijo de la cara de Elster, mientras éste revela a cámara secretos de Estado y reflexiona sobre la guerra de Irak. Los dos hombres comparten su tiempo charlando y bebiendo. Cuando la hija de Elster, Jessie, llega de visita, la dinámica de la historia se altera. Los tres pasarán horas hablando y contemplando el desolado paisaje, y establecerán unos vínculos tiernos y extraños a la vez, casi como si fueran una familia. Pero un hecho devastador pondrá esta relación en peligro. 
Durante el tiempo que los personajes conviven en el desierto, las acciones son mínimas, las conversaciones toman sesgos extraños:
"—Somos una manada, un enjambre. Pensamos en grupos, nos desplazamos en ejércitos. Los ejércitos vehiculan el gen de la autodestrucción. Una bomba nunca basta. El borrón de la tecnología, ahí es donde los oráculos planifican sus guerras. Porque ahora viene la introversión. El padre Theilard lo sabía, el punto omega. Un salto al exterior de nuestra biología. Plantéate esta pregunta. ¿Tenemos que ser humanos para siempre? La consciencia está agotada. Toca ahora regresar a la materia inorgánica. Eso es lo que queremos. Queremos ser piedras del campo." 
Un Anonimato 2, fechado como dije el 4 de septiembre, cierra el paréntesis que quedó abierto al principio, con el primer Anonimato dentro de la galería, el día anterior. De nuevo, el narrador con su voz omnisciente focalizada en el personaje desconocido del principio vuelve a describir algunos fragmentos de la película Psicosis de Hitchcock convertida en videoinstalación conceptual de 24 horas de duración. Se trata de un cierre retrospectivo con más reflexiones y un encuentro clave en la historia. 

Se podría resumir que Punto Omega es una novela contenida en el paréntesis de una ékphrasis sobre una obra de arte conceptual que le sirve de estructura. Al parecer, Douglas Gordon trabajó en 24 Hour Psycho con la idea de que el terror se diluye si el tiempo se estira hasta ralentizarlo al máximo. El pensamiento que conecta a DeLillo y a Gordon, escritor y artista conceptual, se refleja en las siguientes palabras de Elster, protagonista de la novela:
“La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos. Lo dijo más de una vez Elster, de más de una manera. Su vida ocurría, dijo, cuando estaba ahí sentado mirando una pared vacía, pensando en la cena.”
Gerard Richter. Abstract painting. 2005
Subvertir el tiempo natural de las acciones cambia la perspectiva de la realidad y transforma las emociones. El asesinato en la ducha de Psicosis proyectado a cámara lenta, casi fotograma a fotograma, pierde su efecto de horror. En las escenas de la ampliación de la fotografía de la película Blow up de Antonioni se expresa algo parecido: donde había una imagen con su misterio, el cuerpo muerto tras los arbustos, la copia magnificada muestra una imagen abstracta, rota, irreconocible.

Muchas reflexiones de los personajes en Punto Omega aluden a la idea del tiempo detenido (en la galería, en el desierto), a la del necesario y próximo paroxismo, a la posibilidad o el deseo del hombre de rebasarse, de salir de la mera existencia para volver a ser lo elemental, una piedra, quizá. Flotan los pensamientos de los personajes en una especie de limbo como el la novela de Fernández Mallo, donde también hay un desierto y donde asimismo tiene lugar la desaparición de un personaje; en este caso, uno que graba en un magnetofón el sonido del fin del mundo. Son novelas afines de tiempos fragmentados, de limbos espacio-temporales no tan lejanos a Proust. Novelas incómodas pero magnéticas que transmiten conjeturas, dudas metafísicas y algo parecido a revelaciones sobre "lo perpetuo y su murmullo de fuente", que en algún momento dijo George Braque.



(©MJCodes)


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