lunes, 6 de julio de 2015

Holy Motors apocalípticos


“EMC, poeta neurótico con una vida sentimental desastrosa, escucha impasible a través del tabique cómo su vecino agoniza”, reza la contraportada de El tiempo imaginario. Tal hecho es el desencadenante de la cuarta novela de Francisco López Serrano (Épila, Zaragoza, 1960), publicada por la editorial Adeshoras.

Cuando EMC escucha la agonía de su vecino se encuentra en la cama, en pleno acto onanista. Está solo, pues la relación con su pareja, Alma, —significativo nombre para una mujer amante de los contratos, firmemente anclada en lo real—, es problemática y destructiva.

Al día siguiente, dos singulares detectives de policía, que se presentarán en casa de EMC para interrogarle, le informarán de la brutal y logísticamente inverosímil muerte de su anciano vecino. Todo parece indicar que el crimen pudiera haber sido perpetrado en otras coordenadas espacio–temporales, más allá de la realidad. 

La rutina de EMC comienza a transformarse. El poeta experimentará extraños fenómenos paranormales y será objeto de una iconoclasta escena de “anunciación” en la que se le encomendará una misión secreta: hallar la palabra que destruya el universo. Pero antes de llevar a cabo tal empresa, deberá purificarse y cambiar de identidad para luego emprender viaje a tierras afganas.

A partir de aquí, se suceden los episodios de tinte kafkiano, apocalípticos e hilarantes, en los que el protagonista debe peregrinar de un lugar a otro antes de llegar a la Ciudad Inviolada. Resultaría tarea ímproba mencionar la colección de personajes esperpénticos con los que EMC debe contactar durante su cruzada, desde una rata parlante con acento argentino, hasta dos estrellas mundiales del porno, pasando por el controvertido torturador americano, Jack Idema, de las fuerzas operativas de Afganistán, o el analista de la CIA, Chambers, apellido que nos remite al fabuloso autor del terrorífico reino de Carcosa.

(Continuar leyendo aquí)

Revista Cultural TURIA. Número 115