viernes, 27 de noviembre de 2015

Off de Madoz




Cuchillo milimetrado. Chema Madoz

Ponga un cuchillo en su vida
con regla selectiva para cortar prejuicios,
para cortar por lo enfermo, al milímetro,
el único del surtido de Picabia
que no brillaba por el borde,
el que melló colores
hasta convertirlos en perfil de llaves,
el que desafilado se interpuso
entre el váter y la fontana de Marcel,
cortar lo que sobra de todo un hombre,
los fundamentos del comercio internacional,
las encuadernaciones y las miniaturas
de la fiesta que va por dentro.

Rogamos lea las instrucciones,
no se equivoque al empuñarlo
y, sobre todo, no se lo ponga al cuello,
puede morder.


(©maríajosécodes)

lunes, 6 de julio de 2015

Holy Motors apocalípticos


“EMC, poeta neurótico con una vida sentimental desastrosa, escucha impasible a través del tabique cómo su vecino agoniza”, reza la contraportada de El tiempo imaginario. Tal hecho es el desencadenante de la cuarta novela de Francisco López Serrano (Épila, Zaragoza, 1960), publicada por la editorial Adeshoras.

Cuando EMC escucha la agonía de su vecino se encuentra en la cama, en pleno acto onanista. Está solo, pues la relación con su pareja, Alma, —significativo nombre para una mujer amante de los contratos, firmemente anclada en lo real—, es problemática y destructiva.

Al día siguiente, dos singulares detectives de policía, que se presentarán en casa de EMC para interrogarle, le informarán de la brutal y logísticamente inverosímil muerte de su anciano vecino. Todo parece indicar que el crimen pudiera haber sido perpetrado en otras coordenadas espacio–temporales, más allá de la realidad. 

La rutina de EMC comienza a transformarse. El poeta experimentará extraños fenómenos paranormales y será objeto de una iconoclasta escena de “anunciación” en la que se le encomendará una misión secreta: hallar la palabra que destruya el universo. Pero antes de llevar a cabo tal empresa, deberá purificarse y cambiar de identidad para luego emprender viaje a tierras afganas.

A partir de aquí, se suceden los episodios de tinte kafkiano, apocalípticos e hilarantes, en los que el protagonista debe peregrinar de un lugar a otro antes de llegar a la Ciudad Inviolada. Resultaría tarea ímproba mencionar la colección de personajes esperpénticos con los que EMC debe contactar durante su cruzada, desde una rata parlante con acento argentino, hasta dos estrellas mundiales del porno, pasando por el controvertido torturador americano, Jack Idema, de las fuerzas operativas de Afganistán, o el analista de la CIA, Chambers, apellido que nos remite al fabuloso autor del terrorífico reino de Carcosa.

(Continuar leyendo aquí)

Revista Cultural TURIA. Número 115

domingo, 10 de mayo de 2015

Diario —mayo 2015


Este es el cambio generacional. Leo en el periódico que Slavoj Zizek dice que lo de fuera importa tanto como lo de dentro. Ahora veo claro qué diferencia las últimas generaciones. No se trata de las redes sociales a las que mi generación tiene acceso, donde caben todos, tanto los que aprendimos la cultura de la introspección y todavía respetamos el psicoanálisis o el surrealismo, como los de la cultura vertiginosa de lo externo donde lo de dentro sale por defecto, tras un volcado masivo de pulsiones externas.

Popel Coumou




Observo a los otros y sigo hasta donde puedo alcanzar y cuando llego a la cultura de las revistas con pluralidad de fotos en movimiento donde cada periodista o escritor actualiza sus propios contenidos tres o cuatro veces al día,  me doy cuenta de que no quiero consumir en ellas mi tiempo, y hay muchas, con el inglés como lengua común, contenidos interesantes, curiosos, excitantes, nada de política (mal), el arte mezclado con el consumo aceptado, la moda y el diseño, los tatuajes, la poesía rápida, la fotografía… Bien. Miraré de vez en cuando. Adrenalina.

(©maríajosécodes)





viernes, 8 de mayo de 2015

La canción de la bolsa para el mareo — Nick Cave (fragmento)

“La canción de la bolsa para el mareo está llena de todo lo que amo y odio, y todo está en mi interior. ¡Ya está tan llena que va a explotar! ¡Llame a la azafata para que se lleve la bolsa! ¡Entonces puedo empezar de nuevo y mañana saltar de otra manera!”

(Extraído del siguiente artículo de la Revista El Cultural: 
http://www.elcultural.com/noticias/letras/El-vomito-lirico-de-Nick-Cave/7722 )

Nick Cave en un fotograma de 20.000 days on Earth
 












Los tormentos de la creatividad

“El aplazamiento debido al miedo. El aplazamiento debido a la indecisión.
El aplazamiento debido al perfeccionismo.El aplazamiento debido a que se espera la llegada de la inspiración.
El aplazamiento debido al caos y a la adversidad.
El aplazamiento debido a la enfermedad y al cansancio.
El aplazamiento debido a que se está criando una familia.
El aplazamiento debido a la superstición y a la religión.
El aplazamiento debido a la locura y al suicidio”.

lunes, 26 de enero de 2015

Psicosis Omega. De Lillo—Douglas Gordon—Hitchcock

La ekphrasis literaria es un recurso retórico en el que, mediante la descripción y definición de la esencia de una obra de arte (pintura, escultura, fotografía, video-instalación, performance…), el autor trata de explorar y ponderar aquello que la obra de arte muestra o significa.

Punto Omega, novela de Don De Lillo (Nueva York, 1936) en la que, según las notas de prensa de 2010, se aborda el tema de la guerra de Irak, toma como punto de partida y de reflexión una videoinstalación del artista escocés Douglas Gordon, 24 hour Psycho, basada a su vez en la película Psicosis de Hitchcock. 

24 Hour Psycho. Douglas Gordon

En una nota final de agradecimiento se explica que dicha obra de Gordon se proyectó por primera vez en 1993, en Glasgow y Berlín, y luego fue instalada en el MoMA de Nueva York en el verano de 2006. De Lillo vio la instalación ese mismo año y fue dentro de la misma sala donde surgió la idea de la novela:
The idea began in the same place where the novel begins—in the sixth floor gallery at the Museum of Modern Art—and at the same time, summer of 2006. I wandered in and there was “24 Hour Psycho,” which I found very interesting to watch and to think about. In fact, I returned two or three times after that, and by the third visit I was fairly certain I wanted to write something about it—the idea of time and motion and the sense of self-conscious seeing, because everything happens in such slow motion and because the imagery is somewhat familiar from the movie itself. I began to wonder about such things, about how we see and what we see, and what we miss seeing when we’re looking at things in a more conventional format. And I decided finally that I wasn’t going to risk writing a piece of nonfiction because I’m not a philosopher or a physicist and I could not study time in the matter that seemed to be warranted. So I placed a character in the gallery and began from there.
La novela Punto Omega se abre y se cierra con los capítulos Anonimato y Anonimato 2, que ocurren dentro del Museo donde se proyecta la videoinstalación. En medio de esos dos capítulos, otros cuatro, situados en el desierto, donde se produce el desarrollo de la trama. Pero, atención, el primer Anonimato está fechado el 3 de Septiembre de 2006 y el último el 4 de Septiembre, curiosa estructura. 

El primer Anonimato comienza con la voz de un narrador omnisciente que se sitúa sobre un personaje, asiduo visitante de la instalación, igual que el propio De Lillo:
"Había un hombre de pie contra la pared norte, apenas visible. La gente entraba de dos en dos y de tres en tres y se detenía en la oscuridad mirando la pantalla y luego se iba (...). El más ligero movimiento de la cámara era un profundo desplazamiento del espacio y del tiempo pero la cámara no se movía ahora. Anthony Perkins está volviendo la cabeza (...) vuelve la cabeza en cinco movimientos incrementales y no en un gesto continuo." 
El hombre está viendo cierto fragmento de Psicosis, manipulado por Douglas Gordon. Mientras contempla lo que sucede en la enorme pantalla, situada en medio de una habitación oscura, cuenta lo que siente, lo que piensa y desea. Reflexiona sobre el tiempo y hace conjeturas respecto a los demás visitantes que entran y salen de la sala. En un momento dado, observa a dos personajes que más adelante identificaremos con Elster y su alumno. 

Punto Omega. Don De Lillo

Finalizado el primer Anonimato, pasamos a un escenario diferente. Lo que sucede en los siguientes cuatro capítulos es lo que se resume en la contraportada del libro editado en Seix Barral (2011):
Richard Elster, un misterioso asesor de guerra del Pentágono, vive retirado en el desierto, donde ha ido en busca de espacio y tiempo. Hasta allí lo sigue Jim, un joven cineasta obstinado en rodar su película más ambiciosa: un plano fijo de la cara de Elster, mientras éste revela a cámara secretos de Estado y reflexiona sobre la guerra de Irak. Los dos hombres comparten su tiempo charlando y bebiendo. Cuando la hija de Elster, Jessie, llega de visita, la dinámica de la historia se altera. Los tres pasarán horas hablando y contemplando el desolado paisaje, y establecerán unos vínculos tiernos y extraños a la vez, casi como si fueran una familia. Pero un hecho devastador pondrá esta relación en peligro. 
Durante el tiempo que los personajes conviven en el desierto, las acciones son mínimas, las conversaciones toman sesgos extraños:
"—Somos una manada, un enjambre. Pensamos en grupos, nos desplazamos en ejércitos. Los ejércitos vehiculan el gen de la autodestrucción. Una bomba nunca basta. El borrón de la tecnología, ahí es donde los oráculos planifican sus guerras. Porque ahora viene la introversión. El padre Theilard lo sabía, el punto omega. Un salto al exterior de nuestra biología. Plantéate esta pregunta. ¿Tenemos que ser humanos para siempre? La consciencia está agotada. Toca ahora regresar a la materia inorgánica. Eso es lo que queremos. Queremos ser piedras del campo." 
Un Anonimato 2, fechado como dije el 4 de septiembre, cierra el paréntesis que quedó abierto al principio, con el primer Anonimato dentro de la galería, el día anterior. De nuevo, el narrador con su voz omnisciente focalizada en el personaje desconocido del principio vuelve a describir algunos fragmentos de la película Psicosis de Hitchcock convertida en videoinstalación conceptual de 24 horas de duración. Se trata de un cierre retrospectivo con más reflexiones y un encuentro clave en la historia. 

Se podría resumir que Punto Omega es una novela contenida en el paréntesis de una ékphrasis sobre una obra de arte conceptual que le sirve de estructura. Al parecer, Douglas Gordon trabajó en 24 Hour Psycho con la idea de que el terror se diluye si el tiempo se estira hasta ralentizarlo al máximo. El pensamiento que conecta a DeLillo y a Gordon, escritor y artista conceptual, se refleja en las siguientes palabras de Elster, protagonista de la novela:
“La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos. Lo dijo más de una vez Elster, de más de una manera. Su vida ocurría, dijo, cuando estaba ahí sentado mirando una pared vacía, pensando en la cena.”
Gerard Richter. Abstract painting. 2005
Subvertir el tiempo natural de las acciones cambia la perspectiva de la realidad y transforma las emociones. El asesinato en la ducha de Psicosis proyectado a cámara lenta, casi fotograma a fotograma, pierde su efecto de horror. En las escenas de la ampliación de la fotografía de la película Blow up de Antonioni se expresa algo parecido: donde había una imagen con su misterio, el cuerpo muerto tras los arbustos, la copia magnificada muestra una imagen abstracta, rota, irreconocible.

Muchas reflexiones de los personajes en Punto Omega aluden a la idea del tiempo detenido (en la galería, en el desierto), a la del necesario y próximo paroxismo, a la posibilidad o el deseo del hombre de rebasarse, de salir de la mera existencia para volver a ser lo elemental, una piedra, quizá. Flotan los pensamientos de los personajes en una especie de limbo como el la novela de Fernández Mallo, donde también hay un desierto y donde asimismo tiene lugar la desaparición de un personaje; en este caso, uno que graba en un magnetofón el sonido del fin del mundo. Son novelas afines de tiempos fragmentados, de limbos espacio-temporales no tan lejanos a Proust. Novelas incómodas pero magnéticas que transmiten conjeturas, dudas metafísicas y algo parecido a revelaciones sobre "lo perpetuo y su murmullo de fuente", que en algún momento dijo George Braque.



(©MJCodes)


sábado, 3 de enero de 2015

Perspectiva Foster Wallace para empezar el año


Leo el discurso que dio David Foster Wallace en 2005 a los recién licenciados de la universidad de Keynton en Ohio, sin poder evitar pensar en su dependencia de los fármacos para las depresiones y en la ineficaz fenelzina que le dejó, al final, indefenso ante el abismo.

Se me ocurre que nadie como él para hablarnos de la confusión que nos rodea y del estado mental con que afrontarlo. Comienza su discurso con una fábula de peces: dos peces jóvenes se cruzan con otro viejo que les saluda: “Buenos días, chicos ¿cómo está el agua?” Los peces jóvenes se miran extrañados y uno de ellos pregunta al otro “¿Qué diablos es el agua?”.

No se identificaba el autor con el pez viejo, pero lo era, porque la edad da cierta perspectiva, la suficiente para no perder la consciencia de lo obvio, de la realidad exterior. La suya era la mirada capaz tomar en cuenta lo de fuera, lo que no era solo “sí mismo”, una mirada respetuosa en desuso, desprogramada, de perspectiva tan poco habitual para los practicantes del egocentrismo, como la de los colibrís o la de los trenes elevados. 

Siren. Christy Lee Rogers (Underwater photo) 
La forma de mirar el mundo es el modo que elegimos para pensar, para filtrarlo todo y amalgamarlo en ideas. La mirada se transforma en pensamiento, por eso el pez viejo de la fábula piensa de un modo y los jóvenes de otro. Habla Foster Wallace de desprogramarse del egocentrismo al que tendemos, algo que no resulta fácil. Uno se levanta y ya no mira por la ventana para consultar la temperatura y la predicción meteorológica del día, lo hace desde su ordenador o su smartphone, lo que enseguida conduce a la siguiente cadena de acciones: la revisión del correo electrónico y la primera actualización de estado en redes y chats. Hay que llegar a tiempo al trabajo, pero antes ya habremos leído algunas noticias para comentar o compartir de inmediato con nuestros seguidores y amigos en nuestras cuentas sociales. 

Hoy en día uno debe mostrarse seguro de sí mismo y perder el culo para decir algo, lo que sea, acerca de los temas de actualidad, antes que nadie preferiblemente. Es crucial subir a Twitter o a Facebook lo que se opina sobre tal o cual situación, sobre tal o cual persona, sin discriminar si hablamos en abstracto de una idea política, social, o filosófica, o si estamos destrozando la reputación de un desconocido, o incluso de un compañero. Porque lo importante es mostrarse enérgico, tajante, ingeniosamente despótico… Es la batalla diaria contra el mundo para conseguir popularidad, para inflar el ego –momento selfie.

Si quitamos a los personajes públicos y a los intelectuales de prestigio ¿quiénes de entre los desconocidos cosechan mayores admiradores en Twitter o Facebook? Yo diría que los más dogmáticos, o como dicen los británicos, los más “opinionated”, un adjetivo que suena muy gráfico y preciso en este contexto. Y estos incluyen a los más “ingeniosos”, “divertidos” “charlatanes” y/o “malhumorados”, de entre los que critican hasta el escarnio a mayor número de personas.

Sinceramente, fatigan mucho esos pequeños opinadores de pacotilla que ni conocen el mar en el que se mueven, ni saben que el respeto es la distancia adecuada para no asfixiar el entorno y las especies. 

Veo una tendencia general por cerrar las compuertas de la mente para hacer un chapucero trabajo de interiorismo, más que de introspección. Importa proyectar una imagen rápida de capacidad crítica, destilada en sucesión de tuits de 140 caracteres, con o sin foto, o de estados coléricos en Facebook. Y en caso de que este impulso falle, siempre está la desnudez emocional, que vende mucho –momento selfie.


Swimming Pool. Instalación de Leandro Erlich

Parece que se tratase, ante todo, de pisar fuerte, pisar dos veces, pisar siempre rumbo a más, rumbo a peor; de demostrar cuánto carácter tenemos, con qué par de cojones/ovarios decimos lo que se nos viene a la cabeza sin procesar –llegados a este punto suele haber una pequeña camarilla de descerebrados que gusta de ovacionar el desatino, para el que tienen mucho ojo–. Nunca desdecirse ni dudar, por muy absurdo o brutal que sea lo dicho. Lo importante es epatar (pensábamos que esto había pasado de moda, pero no, la tendencia ha vuelto con más fuerza viral que nunca). La moda es el culto a uno mismo en cuerpo, alma y pensamiento –momento selfie–, los demás son estúpidos, frikies o una puta mierda, por definición. 

¿Qué ha sido de la duda? ¿Acaso ya no se considera la duda el motor del pensamiento?

¿Y la humildad? Lo sé, lo sé, esto suena a rollo moral o ético, tal vez hayamos banalizado el término –sobre todo en España, tantos años de confesionalidad católica dan mucho de sí, por desgracia–. Foster Wallace avisa y repite varias veces que su discurso no va de virtudes y esas zarandajas, sino de educación del pensamiento, de liberación de la tiranía solipsista, con la que uno viene configurado por defecto. Alude al viejo tópico que dice “la mente es un empleado excelente pero un amo terrible”.

Es cierto que la rutina diaria y la mayoría de las noticias de la actualidad son un asco, que ciertas personas con responsabilidades sociales nos han traicionado; pero, hay también otra realidad, verdades que desconocemos, situaciones ajenas que no nos hemos parado a considerar. 

Dice Foster Wallace que sentirse hastiado y pensar en lo pervertidos y egoístas que son los demás es algo instintivo, fácil y automático, que no hay elección personal en esos pensamientos, ya que nuestra tendencia natural es la de creernos el centro del mundo, nuestra principal prioridad. Sin embargo, pensar en el otro, en que quizá tenga una vida más dura que la nuestra o haya sufrido algún drama reciente, es mucho más difícil y precisa un esfuerzo. Estaría bien hacerlo de vez en cuando, para variar, para rebelarnos contra nuestra sartreana tendencia natural a ser el infierno del otro. Es cuestión de destronar la arrogancia, de dejar de creernos el ombligo del mundo, de dejar de sobrevalorar las certidumbres y la seguridad en uno mismo. Es cuestión de escuchar al otro para poder debatir, de no abandonarse a la tiranía de lo opinionable, de no librar la constante batalla del ingenio. Cuestión también de no que querer ser siempre el más rápido en la red, el más listo, el más graciosillo, el más original, el más macho, el más fanfarrón, el más indomable… El más… El más… –momento selfie.


Christy Lee Rogers. Biondeggiante (Underwater photo)

El mar. Volvamos al mar y los peces, al encuentro entre el pez viejo y los peces jóvenes que van en dirección contraria y que no entienden el saludo del otro. ¿Qué diablos es el mar? Lo que está ahí mismo para ser mirado de otro modo. Hablemos de ello con calma, razonadamente, sin selfies, sin límite de caracteres. Hablemos de lo que quieras, del mar, de política, de medioambiente, de los otros. Pero hablemos, te lo ruego, con una condición previa, la de liberarnos mentalmente de la configuración egocéntrica por defecto con la que nacemos, para no descartar nunca la posibilidad de estar equivocados.

(©MJCodes)