Collage 355. Karel Teige, 1948 |
En 1948 el busto gigante de una mujer sin cabeza emergió de la tierra en medio de unos campos cultivados en la zona de Normandía. Entre los dos senos femeninos, y hundido de forma vertical en el esternón, se hallaba clavado un árbol del que manaba una especie de savia rosada. Medio siglo después, a causa del cambio climático y la ciclogénesis, el terreno circundante quedó erosionado y de ese modo salieron a la luz, la cabeza, las manos y el vientre de aquel cuerpo de mujer. El árbol clavado en los senos, que había permanecido estéril, reverdeció y echo raíces en la carne. Desde entonces a veces se aprecian movimientos mínimos en los dedos y labios de la mujer enterrada. Los expertos no descartan que acabe por levantarse algún día y eche a andar hacia el sur.
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