martes, 31 de julio de 2012

Peligrosa Pippi


Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.Ever is over all.




Elisabeth Charlotte Rist (nacida en 1962 en Grabs, Sankt Gallen, Suiza) es una reconocida videoartista. Actualmente vive y trabaja entre Zúrich y Los Ángeles.

Desde su infancia siempre ha sido llamada Pipilotti. El nombre hace referencia a la novela Pippi Calzaslargas de Astrid Lindgren.

Rist estudió en el Instituto de Artes Aplicadas de Viena, hasta 1986. Posteriormente estudió video en la Escuela de Diseño (Schule für Gestaltung) en Basilea, Suiza. En 1997 su trabajo fue presentado en la Bienal de Venecia, donde fue premiado con el Premio 2000.

Entre 1994 y 1998 fue miembro de la banda y grupo para performances Les Reines Prochaines. En 2002 fue invitada por el profesor Paul McCarthy para impartir clases en la Universidad de los Ángeles (UCLA). 

Ever is Over All (1997) muestra a cámara lenta a una joven que aplasta una flor tropical en los cristales de coches aparcados.




viernes, 27 de julio de 2012

Mujeres que vuelan


No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.




¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!”... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando."

(No se me importa un pito... Oliverio Girondo)

martes, 24 de julio de 2012

Acoplamiento Millet


El Ángelus, Jean F. Mille
Primera fase: destacándose a contraluz del ambiente crepuscular que determina los sentimientos atávicos, los dos turbadores simulacros obsesivos encarnados en la pareja del Ángelus permanecen uno ante otro. Es un momento de espera y de inmovilidad que anuncia la inminente agresión sexual. La figura femenina —la madre— adopta la postura expectante que identificamos con la postura espectral de la mantis religiosa, actitud clásica que sirve de preliminares al cruel acoplamiento. El macho —el hijo— está subyugado y como privado de vida por la irresistible influencia erótica; permanece "clavado" en el suelo, hipnotizado por el "exhibicionismo espectral" de su madre, que lo aniquila. La posición del sombrero, cuyo simbolismo es de los más conocidos y de los más indiscutibles en el lenguaje de los sueños, denuncia el estado de excitación sexual del hijo e ilustra el propio acto del coito.

(El mito trágico del Ángelus de MilletSalvador Dalí )

El Ángelus arquitectónico de Millet, Salvador Dalí