miércoles, 4 de mayo de 2016

El Parsifal que vi


En cierto momento de la película Cita con Venus, de István Szabó, un prestigioso director de orquesta recién llegado a la Ópera de París para dirigir Tannhäuser, dice a los cantantes, durante un ensayo, que la música de Wagner podría interpretarse hasta con un simple impermeable. Esta frase vuelve a repetirse en la escena final cuando una huelga del sindicato impide levantar el telón el día del estreno y la ópera acaba ofreciéndose en versión concierto.
Fotografía de Javier del Real cortesía del Teatro Real de Madrid.

La puesta en escena de una ópera no es en sí determinante, pero de su coherencia y acierto depende que se engrandezca o se opaque la obra y, por tanto, el goce musical del espectador. Una propuesta escénica como la que creó el cineasta Michael Haneke para el Così fan tutte convirtió la ópera de Mozart en un sugerente drama teatral. Fascinaron también la elegante escenografía de La Traviata o la oscura y sórdida de Rigoletto, ambas de David McVicar; la novedosa Alcina, de David Alden, con referencias al teatro y a la comedia musical; o la lúdica puesta en escena de La flauta mágica en la que los decorados fueron sustituidos por una pantalla donde se recreaba el universo fílmico de Buster Keaton, un concepto estético ideado por Suzanne Andrade y Barrie Kosky.

No citaré ejemplos de lo que para mí fueron montajes escénicos fallidos, baste con decir que hubiese preferido escuchar algunas óperas que vi en ciertos teatros con los ojos cerrados o interpretadas por su elenco, a telón bajado, con simples impermeables. Me considero una de esos espectadores que esperan de las nuevas producciones escénicas alguna reinterpretación conceptual de la obra, que se integre y profundice, sin disonancias, en la obra del compositor.

Había sido advertida de la impactante puesta en escena del Parsifal de Claus Guth, uno de los acontecimientos sobresalientes de la temporada en el Teatro Real. Las críticas que leí coincidían... (leer más en EEM,)


(Crónica publicada en la revista El Estado Mental, 4 de mayo de 2016)